Esta mañana me desperté sintiendo ese vacío interior, sintiendo una enorme tristeza y melancolía. La separación, estar lejos de mi familia, está siendo muy dura. Ayer escrbí oemas para desahogarme, para sacar todo lo que tengo dentro. En esta soledad, tengo tiempo para pensar en los muchos momentos felices que compartí con los míos, evocar nuestra vida juntos... Añoro los paseos por Rianxo, por Bertamiráns, por Santiago, ir a la PLaza de Abastos de Padrón a comprar pescado resco, desayunar con mis padres y mi hermano, escuhcar el chirrido de la puerta cuando mi padre llega de trabajar, acompañar a mi hermano al entrenamiento y hacerle compañía a mi madre, cocinar con ella, ver todos juntos la televisión en la sala, leer el periódico los domingos en la cocina y hacer los crucigramas, jugar con mis primos Lucía y Jorge, ir a la playa, recoger tomates, higos, manzanas y naranjas en casa de mi abuela...
Es doloroso e insoportable saber que no volveré a vivir ninguna de esas cosas hasta dentro de diez meses y nueve días. Sí, llevo una semana y varios días aquí y ya estoy haciendo la cuenta atrás, deseando regresar a España.
Lo que me consuela es saber que no soy la única a la que se le pasan por la cabeza estas cosas, porque hay más personas que desearían tener un billete en la mano para poder irse mañana.
Es muy duro estar lejos de las personas a las que tanto quieres y es imposible no llorar, no sentir ese dolor y esa tristeza que recorren todo el cuerpo, que te agarran con sus manos de hierro.
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