
"Se asoma a su maleta pensativa,
no sabe si habrá sitio para todo"
no sabe si habrá sitio para todo"
Sí, la temida operación maleta ha llegado. Hoy me he pasado toda la mañana haciendo la maleta. ¡Metí tantas cosas! Cuando compré la maleta y sobre todo, sabiendo que el límite de peso estaba en los 23 kilos, no me imaginaba que pudiese llevarme tanta cantidad de ropa y de complementos.
Las pulseras y los collares los metí entre la ropa, y los regalos que compré para la familia, también. A Amy le llevo un libro sobre Santiago de Compostela y un mantel típicamente español. Para Jennifer compré un libro de recetas españolas en español, porque le encanta cocinar y está estudiando español en el instituto. Supongo que nos pasaremos muchos días entre fogones, preprando platos españoles y judíos. Para su hermana Melissa compré dos discos del grupo Milladoiro, porque su pasión es la música. Como el padre de Amy va a estar de cumpleaños, le compré un barquito de madera en Rianxo. ¡Espero que los regalos sobrevivan al largo viaje y que tengan éxito!
Como era de esperar, durante la operación maleta hubo momentos de estrés y tensión, pero también hubo momentos tranquilos y en los que me entretuve empaquetando mis cosas. ¡Espero no haberme olvidado de nada! Si la báscula de mi casa no engaña, la maleta no llega a los 21 kilos, pero como no sé si fiarme de ella, mañana iré a la farmacia a pesar la maleta. ¡Espero no llevarme ninguna sorpresa desagradable!
De todos modos, como se suele decir, después de la tempestad llega la calma y es que para despejar la mente, fui a dar un paseo con mi madre. La verdad, es que después de pasarme una mañana entera encerrada en casa, necesitaba salir y respirar aire puro. Echaré mucho de menos los paseos con mi madre por Piñeiro y nuestras largas conversaciones. Cuando me sienta especialmente triste o cuando tenga morriña de mi tierra, pensaré en esos paseos, en el mar de Rianxo, en las Médulas y en el olor de los churros con chocolate de mi madre.
Como era de esperar, durante la operación maleta hubo momentos de estrés y tensión, pero también hubo momentos tranquilos y en los que me entretuve empaquetando mis cosas. ¡Espero no haberme olvidado de nada! Si la báscula de mi casa no engaña, la maleta no llega a los 21 kilos, pero como no sé si fiarme de ella, mañana iré a la farmacia a pesar la maleta. ¡Espero no llevarme ninguna sorpresa desagradable!
De todos modos, como se suele decir, después de la tempestad llega la calma y es que para despejar la mente, fui a dar un paseo con mi madre. La verdad, es que después de pasarme una mañana entera encerrada en casa, necesitaba salir y respirar aire puro. Echaré mucho de menos los paseos con mi madre por Piñeiro y nuestras largas conversaciones. Cuando me sienta especialmente triste o cuando tenga morriña de mi tierra, pensaré en esos paseos, en el mar de Rianxo, en las Médulas y en el olor de los churros con chocolate de mi madre.
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